Ruta del Vino: Bodegas Campos Reales en El Provencio

Hoy visitamos una de las bodegas más premiadas dela Denominación de Origen de La Mancha, hablamos de Bodegas Campos Reales, una de las primeras bodegas de la comarca que apostó por la industrialización de su cooperativa y la instalación de una embotelladora, lo que ha permitido con su producción de seis millones de botellas al año, ser un referente nacional e internacional en el embotellado de vinos.

¿Cómo llegar?

Se encuentra ubicada en la localidad de El Provencio (Cuenca), concretamente en la calle Castilla-La Mancha nº 4. La manera más sencilla de llegar es por la carretera N-301, ya que se encuentra pegada a la bodega. Esta vía discurre desde Ocaña (Toledo) hasta Cartagena (Murcia).

Historia de la Bodega

La localidad de El Provencio (Cuenca) lleva siglos dedicados al cultivo de la vid, siendo el principal cultivo en todo su término actualmente. Gracias a las peculiaridades de su terreno toda la villa ha estado horadada por cuevas muchas de ellas centenarias que han sido utilizadas para almacenar alimentos recolectados de los huertos o para la fermentación del vino en tinajas de arcilla.

Con el tiempo se fueron creando bodegas familiares de vino a granel para la venta a los vecinos o a los forasteros que llegaban por el concurrido Camino Real de Madrid a Cartagena. A principio de siglo XX la unión de esfuerzos dio origen a tres cooperativas, La Vieja, situada en la calle El Tostao, muy cerca del pósito-silo. Tenía báscula y tres descargaderos, y cuyo edificio todavía se conserva y es visible desde la carretera N-301. La segunda cooperativa era conocida como La Nueva, situaba en las calles del Colegio, Juan Crisóstomo y La Torre, de la que no queda nada. Y la tercera, una muy pequeña, situada al principio de la Calle Las Mesas. Era conocida como la bodega de Los Tercos, porque sus pocos socios no se casaban ni con viejos ni con nuevos.

Con el tiempo, Los Tercos se unieron a la bodega Nueva y más tarde ambos se unieron con la Vieja, logrando por fin la tan anhelada unificación de todos los cooperativistas del pueblo en una sola bodega. Durante unos años, en los 90, se mantuvieron las instalaciones de las dos cooperativas, la Nueva y la Vieja, hasta que se construyó la nueva bodega, conocida como Bodegas Campos Reales, que tenía los últimos avances en el sector y la primera embotelladora de la comarca. Por lo que se pudo empezar a embotellar los primeros vinos con la marca Canforrales, en alusión a los terrenos en los que se encontraba la cooperativa.

Visita a la Bodega

Las Bodegas Campos Reales forman parte de la ruta del Vino de la Mancha, junto a municipios como Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana, Socuéllamos, El Toboso y Villarrobledo.

En nuestra última visita a El Provencio, aprovechamos la ocasión para realizar la visita a la bodega, que acababa de empezar a realizarse también los sábados. Tras hacer la reservar un día antes desde el despacho del vino, el sábado a las diez y media empezamos la visita.

Antes de entrar a la bodega aprendimos porque sus vinos son tan bueno, esto se debe al terrero. En el término de El Provencio predominan suelos calizos con fondo de arcilla, a lo que hay que añadir que nos encontramos en la zona de mayor altitud de la llanura manchega lo que proporciona unas condiciones idóneas para la elaboración de grandes vinos.

Las 4.000 hectáreas de viñedos de la zona albergan una gran variedad de uvas. Entre las uvas rojas encontramos Tempranillo, Garnacha, Cabernet Sauvignon, Syrah, Monastrell, Moravia, Merlot y Bobal. Y de blancas Airén, Macabeo, Verdejo, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Siendo la uva Tempranillo la que ofrece mejores condiciones, con unas 600 hectáreas cultivadas entre las que se encuentran viñas de pie franco de más de 70 años.

Empezamos la visita en los descargaderos donde los tractores con sus remolques llegan después de realizar la vendimia. El sistema está automatizado por lo que una vez que llega el tractor se marca la variedad, los grados y los kilos y se descarga la uva para posteriormente pasar al depósito de acero inoxidable correspondiente según su variedad.

A continuación pasamos a visitar la sala de almacenamiento, lleno de depósitos de acero inoxidables con los últimos adelantos en medición y refrigeración de los vinos.

Tras ello, seguimos a la sala de embotellado. Nos comenta la guía que la dirección ha prohibido acceder a la sala de barricas para no interferir con el proceso de fermentación. Me parece una decisión errónea, son veintenas las bodegas que he visitado y en ninguna nos han prohibido el acceso a la sala de barricas, muchas de ellas son cuevas centenarias o su estructura le hizo el mismísimo Eiffel, pero no por ello se han dejado de visitar, si tomamos las medidas adecuadas. Espero que esta decisión sea temporal y que realicen los cambios adecuados para que los visitantes puedan ver uno de los lugares más representativos de una bodega, y sin duda uno de los más fotografiado en cualquier visita.

Ya en la sala de embotellado, pudimos ver la maquinaria que permite realizar la enorme cantidad de botellas que produce la bodega. También curioso, era la cantidad de etiquetas con diferentes nombres, ya que la bodega también tiene etiquetas personalizadas acorde a las necesidades de sus clientes.

Tras la visita fuimos a la sala de catas, uno de los rincones más bonitos de la bodega, ya que mantiene el aspecto tradicional castellano. Entre su decoración podemos ver la gran cantidad de premios que ha recibido sus vinos, que parece el museo del Real Madrid.

Para la cata probamos dos tinto, un selección y un clásico tempranillo, y un blanco Airén Lucia. Buenos vinos para un cierre de la visita, que esperemos que sean muchos los visitantes que venga en esta nueva andadura por apostar por el turismo enológico en una zona poco conocida en estas lindes.